Días que pierden su luz para dar lugar a reflexiones bajo un tribunal de incontables jueces, que han seguido tus decisiones y acciones durante toda tu existencia. Lo seguirán haciendo.
Flashbacks que se convierten en cargos. Destellos de una vida mejor. Un rostro y una voz que quedaron anclados en tus huesos, haciendo tus pasos más pesados según te alejas. Gravedad que llama más de cerca a cada segundo que pasa.
Consejos que pretendes hacer valer para todo el mundo a quien intentas ayudar, pero que se esfuman antes de llegar a tu hoja de ruta. Como si de alguna clase de broma se tratase, descubres que en tu itinerario sólo aparecen eventos que ya ocurrieron.
Nuestros ojos están delante para obligarnos a sentir dolor si queremos mirar atrás sin dejar de caminar. Cuando el dolor se instala en tu sistema, ya no importa.
¿Cómo ser? Saberlo no es suficiente.